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La imagen antes que la palabra...
La tarde llega a su fin, y mientras las primeras estrellas se asoman temerosas en lo alto del cielo potosino, la temperatura a la baja, presagia una noche gélida. Oprimo el timbre del autobús y deciéndo un par de escalones justo frente a el Foro “La Carrilla” otrora espacio multifuncional que ha dadó fama y prestigio al buen teatro en San Luis Potosí.

La taquilla esta abierta, puntual y amable Anita Corado nos recibe con una grata sonrisa, adentro en la oscuridad del foro se inicia la vida y el drama latente en esta singular puesta en escena. “En el bosque” es el titulo de la obra dirigida por el joven director Víctor Ortiz, con quien ya hemos tenido el gusto de compartir el escenario alguna vez. En esta ocasión en su faceta de Director de este montaje nos sorprende, no solo por la sencillez del trazo escénico, si no por la fuerza y las poderosas imágenes que logran atrapar al espectador desde el principio.
La obra retrata de manera implícita y sin necesidad de palabras, salvo las necesarias un dialogo intenso, cargado de metáforas desgarradoras y crueles los sentimientos de un hombre, afilador de cuchillos, que sobrevive en medio de la pasión prohibida que inspira una buena moza y su pequeña y bella hija Lalash. Teatro del cuerpo, el gesto, la imagen y como fondo una buena edición de efectos sonoros y la música le imprimen el tono casi exacto para lograr traspasar la “border line” que separa al espectador y la acción de estos tres personajes en escena.
Irma Alvarado, en su discurso actoral, sombrío pero a la vez tan lucida que se antoja irreal, la concepción de su personaje no es fácil al situarse como la mujer que lejos de otra posibilidad emocional o afectiva se entrega muy a su pesar a la unicá opción en este bosque de una belleza sinistra. La relación que surge entre el afilador de cuchillos y la esquilmadora de ovejas se muestra de manera sutil pero efectiva. La madre de Lalash vive alejada en un mundo que se antoja irreal, trazquila ovejas, desgasta el filo de sus tijeras y sus ganas de ser amada.
Antonio Orta, en el papel del afilador, realiza un buen trabajo corporal que mantiene el tono y el ritmo de la obra, y aunque de pronto notamos algunos movimientos ya vistos en su accionar como actor, estos no son sino “pecata minuta” en la creación de su personaje. La intensidad y firmeza en su
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Elizabeth Gárcia, interpreta a Lalash, la hija menor de la esquilmadora de ovejas. Cumple muy bien su objetivo central como personaje y logra una mejor caracterización de esta niña inocente y que por momentos nos causa gran simpatía y ternura aun a pesar del tono de sombríedad y lo áspero de la puesta en escena. Sin duda Elizabeth, esta en el camino de lograr el reconocimiento a su incipiente carrera de actriz egresada de la escuela de teatro en San Luis.
Para terminar esta breve reseña, debo apuntalar que si bien es cierto esta puesta en escena refleja de manera implícita la visión vanguardista de Victor Ortiz, después de su estadía en la tierra del vodka y los kamaradas Vasiliev y Strogonoff. (Buenos amigos de quien esto escribe) La Rusia de los Zares y ahora de los pesares. Sin duda que su versión como director artístico de este teatro de la no palabra, teatro del gesto y la acción, la imagen y la exploración emotiva como

Bien por la compañía “Area de luz” y todo el equipo del foro la Carrilla, la iluminación del buen Oscar Sánchez, esta bien resuelta y cumple muy a pesar de las carencias, el vestuario creo que salvo afinar uno o dos detalles en los vestidos de las mujeres, sale adelante en su concepción, La musicalización esta acorde al tono de la obra, y en lo general creo que es un trabajo que bien vale la pena recomendar y estoy seguro que aun dará mucho de que hablar.
Enhorabuena compañeros y adelante...¡Viva el nuevo teatro Potosino...Fuera la Minera San Xavier!
Atte.
Antonio Trejo
